La fusión de piezas clásicas y modernas es la herramienta clave para dar un aire renovado a cualquier estilo decorativo. En la decoración de estilo francés, las innovaciones vienen más de los materiales que añadimos a la decoración clásica que de las piezas en sí.
Sillas con formas curvas, cabeceros de inspiración clásica, madera en blancos mate, textiles floreados combinados con cuadros o rayas al tono y un óptimo aprovechamiento de la luz, tanto si ésta abunda como si debemos emplear espejos y cristal para multiplicarla.
Lámparas de araña, chaise-longe, dormitorios y cocinas llenos de florecillas que dan un aire ingenuo y acogedor, tonos pastel con algún destello de color, alfombras blancas o color crudo sobre suelos oscuros o de madera dan el «punto» chic que este estilo requiere.
En el salón, algún toque de terciopelo recordando los más clásicos salones, pero en unos tonos más ligeros que el burdeos o verde tradicionales. Los dorados dejan de brillar para hacerse mates, más llevaderos y cómodos en cualquier estancia. Los candelabros, con o sin velas, no pueden faltar para el toque de elegancia y romanticismo que una decoración de estilo francés requiere. Mantas sobre brazos de sillones y sofás, aportarán el confort imprescindible.
En cocina, encimeras o frontales de azulejos en contraste que pueden ser irregulares para dar un aire rústico más cercano al estilo provenzal, o en acabados de diseño para estilos más modernos que contrasten con el acogedor y tradicional ambiente de las cocinas de estilo francés.
Cabeceros tapizados, baños con tinas o bañeras posadas sobre patas, toalleros blancos en madera, toallas con flecos, cerámica como accesorios. Un reflejo del buen gusto francés, en el propio hogar ¿quién se podría resistir?