Aunque puede haber quienes consideren el estilo de decoración Gipsy (o zíngaro) excesivamente abigarrado y barroco, algo no se le puede negar: es colorista y vital como ninguno. A medio camino entre el estilo hippie, el naïf y el barroco, o, más bien, mezclando todos ellos.
En este estilo más que en ningún otro todo vale. Todo, excepto la sencillez. Espacios llenos de objetos, color, telas, adornos, etc. Los colores en sus gamas más brillantes, los objetos superpuestos, los estampados mezclados. Con su concepto tomado de la moda, el estilo Gipsy hace de los tejidos un mundo propio y personal.
Flores por todas partes: naturales, artificiales, cortinas, cojines, ropas de cama y mesa… lámparas con cristales, faroles y farolillos, banderolas. Todo un circo lleno de color. Organillos, gramolas y viejos tocadiscos.
Si te gusta el tono alegre y lleno de vida que pone en tu hogar, pero lo ves demasiado recargado, prueba a usarlo en zonas concretas, preferentemente sobre zonas blancas o claras en las que destaque, tratando ese rincón como si fuera un único objeto decorativo. Al igual que puedes poner varias esculturas o espejos en casa para unificar los estilos. ¿Por qué no te atreves a unificar con tus zonas Gipsy Style?
Si lo tuyo es el eclecticismo puro, el mezclar alfombras orientales con sillas de plástico, el mueble de comedor de los 70 y la vajilla de loza heredada de la bisabuela, la cama de hierro más tradicional con el edredón country o patchwork, no te quepa la menor duda: tu estilo es el Gipsy.
Fuente: Espacio Vital, Fauna decorativa